Mis primeros años en el campo artístico los viví en Puerto La Cruz, desde que un día decidí enmarcarme en esta aventura llamada “Arte”. Desde el año 2004 hasta el 2009 dediqué mis estudios a la música venezolana y a la guitarra clásica, de la mano de personas y profesionales valiosos que le han dado a la ciudad importantes contribuciones en el campo artístico y cultural.
Personalmente, puedo decir que en esta etapa descubrí mis potencialidades en la interpretación y la creación artística. Con la guitarra me di la tarea de explorar la universalidad de la música y lo infinitamente variada que puede ser, con la música venezolana percibí el extenso campo que rodea tanto rítmica como melódicamente a través de importantes referencias como Raíces de Venezuela, El cuarteto, Ensamble Gurrufío, Pasacalle, Serenata Guayanesa, entre otros.
Posteriormente, desde el año 2010 hasta la actualidad, realizo vida artística en la ciudad de Caracas. Para mí, viniendo de una ciudad tan tranquila, fue un cambio brusco que me llevó a replantear mi modo de ver el arte. Amplié mis estudios musicales en la Escuela Superior de Música “José Ángel Lamas”, referencia institucional que ha formado a importantes músicos y compositores venezolanos como Antonio Lauro, Antonio Estévez, Evencio Castellanos, entre otros. Respirar en una institución cargada de tanta historia se transmite, y la necesidad de evolucionar como artista fue una prioridad para mí. En ese espacio mi propósito artístico alcanzó un giro inesperado, pero muy necesario.
Hacia el año 2011 comencé en el campo de la composición, luego de serias dificultades a nivel físico como guitarrista que me llevaron a dejar a un lado mis planes con este instrumento. Hice mis primeras obras que no pasaban de ser algunos borradores como prueba de mis ideas y formas; sin embargo, estos pasos fueron determinantes para dar el paso a mi siguiente etapa. Institucionalmente formé parte de la Catedra Latinoamericana de Composición del Conservatorio de Música “Simón Bolívar”, un espacio donde asenté lo que sería mi camino definitivo a la composición y los logros como artista en años posteriores. Posteriormente, en el año 2014, ingreso a la Universidad Central de Venezuela (UCV) a realizar estudios de Artes, mención: musicología; institución que hasta el día de hoy me ha brindado una fuerte formación en el campo artístico. El criterio, análisis y comprensión de una obra de arte me llevó a comprender la realidad que vivo hasta la actualidad. El énfasis en aceptar y observar todo lo que la humanidad quiera expresar por medio de la expresión en muchas formas: el teatro, la danza, las artes plásticas, el cine y la música.
En el campo de la composición, desde el 2011 hasta la actualidad, he gozado de premios y menciones. Como primera experiencia reseño el I Concurso de Composición para Cuatro venezolano “Freddy Reyna” en el año de 2013, como parte de la celebración del “Año del Cuatro” por el Ministerio del Poder Popular Para La Cultura. En mi caso obtuve la victoria por el Concierto Típico N°2 para cuatro y orquesta típica, obra que más adelante comentaré como parte de mi transitar como compositor. Luego en el año 2014 obtuve una mención honorífica en el IV Concurso de Composición para Música de Cámara de la Universidad Simón Bolívar por el Cuarteto de Cuerdas N°1 para dos violines, una viola y un violonchelo. En el año 2016 fui acreedor del Premio Municipal de Música, Obra sinfónica larga: Andrés Sandoval Yánez por la obra Diario Amorfo sobre la Belleza para orquesta sinfónica. El año 2017 fue de los más importantes de mi trayectoria, fui finalista del concurso “Creacción Joven”, categoría: sonido por las Variaciones Estilísticas sobre el “Pajarillo Verde” para coro infantil, el premio a la mejor interpretación coral por parte del Ensamble Clave de Sol, dirigido por Frank Valderrama por la obra Credo en el I Concurso de Composición Coral “Pbro. José Luis Lofrano” y el premio único por el VII Concurso de Composición para Guitarra “Antonio Lauro”, en honor al centenario del nacimiento de este insigne compositor y guitarrista venezolano. Finalmente, a nivel internacional fui finalista del Concurso de Composición “GuitarRust” en Graz, Austria por mi obra Allegro Perpetuum para guitarra.
Desde que comenzó mi transitar en el campo de la composición los gustos y afinidades fueron aflorando mi espectro artístico. Por cosas de la vida me incliné por la música venezolana. Más allá de un simple cliché de la etiqueta publicitaria de que algo sonara venezolano, es el hecho de mostrar de dónde soy y hacia dónde voy. En mis estudios de musicología en la UCV exploré, a través de etnomusicología, el campo de la investigación folklórica en Venezuela y gran parte de Latinoamérica. Importantes investigadores del área como Isabel Aretz y Luis Felipe Ramón y Rivera, junto a sus pupilos, recorrieron toda el área étnica del continente para captar todo registro sonoro de la música realizada en estos pueblos. Conocer parte de esos registros para mí fue como descubrir un tesoro. Una fuente donde la riqueza rítmica y melódica se hace presente, y la inmensa gama de posibilidades y propuestas creativas sale a flote. Particularmente, mi espectro creativo se hizo notar y de esa experiencia surgió una cantidad de obras de mi autoría donde esta influencia está marcada. Definir esta postura estética pasa por las siguientes palabras: lo folklórico, lo tradicional y lo popular. Expresiones que poseen marcadas diferencias, pero que se manifiestan en las obras que a continuación mostraré como parte de mi necesidad de comunicar por medio del arte.
La palabra folklore, según Juan Liscano en su ensayo El sentido de la tierra, la denomina como “el conocimiento del pueblo, sabiduría del pueblo o ciencia del pueblo” (Liscano, 2015, pág. 11). Esta definición aproxima a la necesidad, por parte de una comunidad, de tener una identidad y personalidad ante el acto creativo. La palabra tradición, según el Diccionario de la Real Academia Española, es la “doctrina o costumbre conservada en un pueblo por transmisión de padres e hijos” (2001, pág. 2205), la importancia de conservar lo cultivado y formado para que sea transmitido de generación a generación, y la palabra popular es definida como “algo considerado por el pueblo como propia y constitutiva de su tradición” (Diccionario de la Real Academia Española, 2001, pág. 1803). Estas tres definiciones se relacionan en la transmisión oral de un conocimiento por parte de un pueblo que se transmite de generación en generación, y que con el pasar del tiempo se hace empático entre las personas que deseen ser acreedores de ese saber. Ese conocimiento, personalmente, fue apropiado como parte de una idea que se materializó en las obras que analizaré desde un punto de vista técnico y estético. Comenzando por el Concierto Típico N°2 para cuatro y orquesta típica, pasando por las Variaciones Estilísticas sobre el “Pajarillo Verde” para coro infantil, luego se abordará la Fantasía y Joropo Trivial para guitarra sola y, finalmente, la Fantasía coral Yare, para coro mixto a capela. Obras donde se refleja esa identidad como artista que se influencia del medio que lo rodea. La expresión pura del querer por su tierra y lo que se representa.
El Concierto Típico N°2 para cuatro y orquesta típica, estrenado en el año 2014, representa el inicio de este ciclo en mi creación artística. Se compone de tres movimientos. El Merengue, basado en una forma sonata que contiene dos temas: el primero con un carácter enérgico donde el cuatro hace gala de su recurso “raga – punteo” que popularizaron importantes cuatristas como Hernán Gamboa y, posteriormente, Asdrúbal “Cheo” Hurtado; y el segundo de un carácter lírico donde el cuatro muestra su faceta cantábile ante la orquesta. Poco a poco este movimiento va adquiriendo un desarrollo en donde ambos temas dialogan entre sí hasta que se llega a un punto climático y su posterior desenlace. El segundo movimiento, Canción para el deseo, toma como referencia el tema de la canción Hortensia de Antonio Lauro para realizar una serie de variaciones que destacan la capacidad del cuatro de integrarse con instrumentos de la orquesta a nivel tímbrico, rítmico y armónico. La belleza sale a relucir en este movimiento con un susurro melódico que evoca a una canción de cuna donde Hortensia lo que más desea es tener un sueño dulce y placentero. El tercer movimiento, Fiesta en el Oriente, es un joropo con estribillo oriental que evoca el carácter improvisatorio del cuatro a través de una gala de virtuosismo ante la orquesta que lo acompaña. En esta parte destaca esa conexión entre el cuatro y el sentir popular, ese deseo y alegría por parte del venezolano de mostrar ante el mundo el qué y el cómo es ante lo que le rodea. En líneas generales, una obra que evoca el sentir popular de muchas maneras: dulce, melancólico, ensoñador y vigoroso.
El esplendor de la música coral venezolana radica en su capacidad de improvisar sobre una melodía principal. A su vez se integra un contenido rítmico y armónico que enriquece el oído y gusto de quien lo escucha. A través de esa base partí para crear las Variaciones estilísticas sobre el “Pajarillo verde” para coro infantil, obra realizada para el Ensamble Clave de Sol y su director Frank Valderrama. Cualquiera pensaría que el tema del Pajarillo verde iría al principio de la obra, y realmente no es así. Esta obra se dedica a realizar un recorrido, con carácter pedagógico, por los estilos y géneros más significativos en la historia de la música. Primeramente, se recrea una homofonía evocando al canto gregoriano con una cierta influencia del tema principal. La dificultad del coro, en este caso, radica en su capacidad de cantar al unísono de manera tal que no haya descuido en materia de afinación. Luego del gregoriano se pasa a la polifonía, evocando un poco a compositores del Renacimiento como Giovanni Pierluigi da Palestrina o Tomás Luis de Victoria. El coro se divide en tres voces de forma conjunta y recrea las particularidades del estilo. Posteriormente, recreando el estilo imitativo, se recurre al afecto y la unión entre el desarrollo contrapuntístico de un instrumento con la voz a través del Barroco. Bajo la influencia de Johann Sebastian Bach, la agrupación recrea un pequeño sujeto que tiene un ligero desarrollo hasta llegar a un punto climático que transita a una conclusión. Un dato a considerar es la transición hacia la danza, y la siguiente variación es clave. La influencia del vals vienés se hace lucir a través del acompañamiento del coro, como si éste fuese una orquesta de cuerdas. Paralelo a ello, la voz solista antecede el tema principal que, poco a poco, se transforma hasta llegar al joropo.
Pajarillo verde, como no quieres que llore
Pajarillo verde, como no voy a llorar.
Ay, ay, ay, ay, si una sola vida tengo
Pajarillo verde, y me la quieren quitar.